Al día siguiente fuimos a ver si el perro seguía allí y ... si seguía, pero ademas nos dimos cuenta de que tenia una pata rota. Entonces desde ese momento decidimos cuidarlo y lo llamamos Willy. Descubrimos que le encantaba la ternera.
A las dos semanas se recupero y decidimos dejarlo libre y así fue. Desde entonces cada vez que Luis Alberto y yo vamos a contemplar la caída del Sol recordamos a Willy y nos lo imaginamos corriendo por el campo.
Para responder a las preguntas rellenen el cuestionario:
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